A contratiempo
1
A veces, cuando menos te lo esperas, tu
vida pega un viraje inesperado y todo cambia de color.
No soy creyente, pero, de haberlo sido,
sin duda atribuiría a un milagro lo que me sucedió. Tras sufrir un accidente de
tráfico que pudo costarme la vida, permanecí tres años en un centro de
rehabilitación donde estuve recuperándome en la medida de lo posible. Mi
columna vertebral quedó dañada y el médico me dijo claramente que las
probabilidades de volver a caminar y llevar una vida normal eran mínimas. Sin
embargo, con mucho empeño en la rehabilitación, fui recuperando la movilidad en
mis piernas y terminé por prescindir de las muletas. Aunque torpe e inseguro,
empecé a valerme por mí mismo hasta que pude abandonar aquel triste lugar que más
bien parecía un presidio.
Salí de allí desorientado habiendo perdido el ritmo de la sociedad,
como un recluso cuando recupera su libertad tras cumplir la condena. Durante
ese intervalo de tiempo, estuve descolgado del resto del mundo... Mi novia me
había dejado y los amigos estaban demasiado ocupados pagando facturas y criando
a sus hijos. Para agravar todavía más las cosas, me encontraba sin un céntimo y
viviendo en una casa a punto de embargarse por impago de los recibos. En
aquellos momentos mi situación económica era muy precaria y dependía del juicio
por los daños sufridos en el accidente. Pero no iba a resultar nada fácil… El
causante del siniestro tenía infinidad de contactos que intentarían por todos
los medios que la documentación se perdiera y, como consecuencia de ello,
archivar el caso. Aquel psicópata del volante era un canalla sin escrúpulos al
que le traía sin cuidado dejar un reguero de sangre a su paso. En una ocasión
le dijo a mi abogado casi jactándose, que provocó el accidente mientras enviaba
un mensaje por el móvil a su novia. Valiente cretino… Más tarde me enteré de
que era un fanático de la caza, afición macabra que siempre he detestado y que
me parece de una vileza sin límites. Un tipo que se dedicaba por placer a
reventar las vísceras de un venado, sin duda poco le importaba dejar a un ser
humano en silla de ruedas para el resto de sus días.
2
Me hallaba en plenos trámites legales con mi abogado de oficio para
cobrar la indemnización, cuando surgió algo inesperado. Recibí un correo
electrónico de un amigo alicantino en el cual anunciaba a todos sus conocidos
que iba a cambiar de email. Al principio de la lista de aquel envío, pude ver
el nombre de Mila Cartago. Mila era una amiga de la adolescencia durante los
años que mi familia veraneó en Guardamar del Segura. A pesar del tiempo
transcurrido y de no haber vuelto a saber nada de ella, muchas veces su imagen
pasaba por mis recuerdos como un perfume agradable en la distancia... Todavía
conservaba fotos de la fiesta de disfraces donde nos vimos por última vez. Mila
llevaba puesto un traje rosa de ballet que marcaba su silueta femenina.
Reflejaba un encanto especial en su semblante; algo innato y seductor que la
hacía cálida y afable.
He de reconocer que siempre sentí algo especial por Mila y creo que
la atracción era mutua; aunque de algún modo parecía como si el destino se
cruzase por medio impidiendo que tuviéramos un idilio. Lo cierto es que con el
paso de los años le había perdido la pista por completo… Al ver su nombre
reflejado en el correo, sucumbí a la tentación de escribirle a ciegas, sin
saber nada en absoluto de su vida. No tenía ni idea de si estaba casada o si
tenía hijos... Un email me parecía algo muy frío, así que decidí mandarle una
carta de mi puño y letra a la antigua dirección de su familia.
Una tarde de otoño lancé aquel mensaje al viento y, ante mi
sorpresa, Mila me contestó al cabo de un mes. Según me dijo, continuaba
soltera. Vivía con dos perros y una gata en un pequeño pueblo rodeado de
huertas y montañas. De las cartas, enseguida pasamos al teléfono. Escucharla
fue como remontar el vuelo hacía aquellos años de pandillas adolescentes. La
voz de Mila seguía conservando esa dulzura que te embaucaba sin poder
evitarlo... Pasamos largas tardes de invierno charlando de mil cosas. Le
describí al detalle mi desamor con Estela, y ella se sinceró confesándome sus
desventuras conyugales. La química que por entonces hubo entre nosotros no
había dejado de existir… Se palpaba que todavía teníamos una asignatura
pendiente.
3
Entonces llegó el verano… Tras aquel prolongado intercambio de
llamadas, decidimos que nos veríamos de nuevo. Mila me invitó a su casa en
agosto y pasamos allí unos días juntos. Aquello fue como un retorno al pasado
donde recordamos todos esos años juveniles. A menudo íbamos a las dunas de
Guardamar con los perros. Caminábamos por la orilla de la playa rememorando los
días de antaño: aquellas noches de San Juan rodeados de hogueras; las veladas
tomando sangría y bailando hasta el amanecer; las mañanas buceando en las aguas
cristalinas de las calas. Todo parecía como un sueño… Meses atrás me hallaba
confinado en un centro de rehabilitación, y ahora estaba junto al mar
disfrutando con alguien que me hacía sentir muy a gusto a su lado. Mila en el
pasado era como una fruta del árbol prohibido… Ahora me daba cuenta de que la
tenía a mi alcance. Mi intuición me decía que sólo iba a ser cuestión de tiempo
que sucediera algo.
Una noche de luna llena, nos besamos en la playa junto a las dunas.
Recuerdo que al principio me sentí extraño. La última vez que había sellado mis
labios con una chica fue con Estela. Aunque ya habían transcurrido más de tres
de años desde nuestra ruptura, aún tenía grabada en mi mente su manera de
besar, el tacto de sus labios... La primera vez que Mila y yo hicimos el amor,
me sucedió exactamente lo mismo. En mi memoria todavía permanecían intactas las
curvas de Estela. Deslizar mis manos por el cuerpo de Mila, era como pisar un
terreno inexplorado. Entonces los fantasmas del pasado comenzaron a aflorar...
Me di cuenta de que no había superado del todo el desamor con Estela, a pesar
de que ya estaba con otro chico y recuperarla habría resultado casi imposible.
Lo único cierto es que mi corazón caminaba por tierra de nadie y no me encontraba
preparado ni con fuerzas para iniciar una nueva relación. Sin embargo, el
atractivo que había entre Mila y yo era demasiado fuerte como para poder
reprimirlo. Aquel verano mantuvimos un romance al que no sabíamos ponerle
nombre. Los últimos días de mi estancia en Alicante me encontraba abstraído y
taciturno. La noche en que nos despedimos, hubo un momento de incertidumbre.
Recuerdo que dimos un paseo por la campiña rodeados de pinos y chumberas.
—Sigues pensando en Estela, ¿verdad? —dijo con voz triste.
—No lo puedo evitar —susurré
cabizbajo—. Fueron muchos años juntos… Pero quiero olvidarla de una vez.
Media hora más tarde paseando entre los huertos íbamos callados.
—¿Estás bien? —pregunté
rodeándola con el brazo por la cintura.
Nos detuvimos en el camino. Me miró dulce y risueña. Le acaricié el
pelo y comenzó a besarme. Al final acabamos tumbados al borde de un huerto de
naranjos junto al cementerio. Mientras la tomaba por detrás sujetando sus
caderas con mis manos, Mila gemía diciendo: «Me vas a volver loca...» Yo
flotaba entre nubes dentro de su cuerpo, sintiendo una mezcla de placer y
tristeza. No sé si hacer el amor en aquel extraño paraje fue una premonición,
pero intuía la presencia de las cruces al otro lado del muro como si anunciaran
nuestro final.
Al llegar a Madrid, deshice
el equipaje y encontré en la maleta una nota suya:
«Todo este tiempo contigo ha sido muy intenso, por eso estoy
confundida y no sé en qué lugar de mi corazón ubicarte. He empezado a
preguntarme a mí misma en un intento de comprenderme. No sé si estoy enamorada
de ti, pero mis sentimientos no son los de una amiga.
Te voy a echar mucho de menos porque te quiero. No recuerdo
exactamente aquel sueño que te comenté; sólo sé que desperté con una gran
sensación de vacío y tú no estabas.»
4
Pasé un montón de días confundido sin saber qué postura tomar ante
aquellas palabras… Sentía miedo de volver a involucrarme en otra relación,
cuando las heridas de mi desamor con Estela aún no habían cicatrizado. Me
encontraba más cómodo imbuido en los recuerdos del pasado, que mirando hacia
delante apostando por el futuro. No puedo negar que mi forma de plantear las
cosas era cobarde; pero aquella sensación de vértigo ante el reto de un nuevo
amor podía conmigo.
Totalmente desorientado, decidí consultar el libro del I-Ching para
ver qué me aconsejaba. Le pregunté si debía olvidarme de Estela o si aún tenía
que albergar esperanzas para recuperarla. Tiré los dados con expectación… Su
respuesta fue rotunda: «Quien camina por terrenos pantanosos acaba
hundiéndose en el fango.» Resultó desalentador leer aquello.
Era obvio que el destino me alejaba de Estela, pero yo no terminaba de
decidirme a iniciar una nueva relación.
Tras dudarlo durante varios días, escribí a Mila diciéndole que no
podía prometerle nada; que de momento no me sentía preparado para volver a
emparejarme con nadie. Mila se mantuvo en silencio y eso produjo en mí una
desazón que me carcomía. La había rechazado, sí; aunque por otro lado estaba
deseando volver a verla. He de reconocer que ni yo mismo me aclaraba... Pasó un
mes hasta que por fin decidí llamarla por teléfono. Su reacción me dejó de
piedra.
—Es mejor que no volvamos a vernos —dijo con
voz firme.
—Pero... ¿al menos podemos ser amigos?
—No creo que tú y yo podamos ser amigos.
Prefiero dejarlo así.
—No lo entiendo.
—Entiéndelo. No quiero volver a verte.
Mila colgó sin dejarme reaccionar.
Al día siguiente saqué un billete de autobús con destino Alicante
para ir a verla. Los kilómetros se hacían eternos en la inmensidad de la llanura
manchega. Por mi cabeza discurrían momentos vividos con Mila el último verano,
que se mezclaban con escenas del pasado junto a Estela. Me sentía como si
estuviera partido en dos... Era consciente de que antes o después debería
dirigir mis pasos hacia un solo camino. No podía permanecer parado en una
encrucijada sin saber qué dirección tomar.
Cuando Mila abrió la puerta, me miró incrédula.
—Qué haces aquí —dijo en tono seco.
Me sentí desolado ante aquel recibimiento.
Bajé la mirada y respondí en voz baja.
—No lo sé...
—Te dije claramente que no quería verte.
Debería cerrar la puerta y dejarte ahí fuera.
—Hazlo si lo crees oportuno. Buscaré un
hostal y mañana me volveré a Madrid.
Durante unos instantes pensé que no me
dejaría entrar.
—Pasa… —dijo al fin.
El salón permanecía casi a oscuras, tan sólo
iluminado por un cirio naranja medio consumido que daba una luz tenue. De fondo
sonaba una flauta evocadora con aires de música hindú. En la mesa estaba el
libro del sioux Alce Negro que solíamos leer juntos.
Mila
preparó dos poleos de menta. Durante todo ese tiempo permanecimos en silencio.
Se podía respirar cierta sensación ambigua: a pesar de su actitud hostil,
notaba calidez junto a ella. Era como si no hubiera transcurrido ni un solo día
desde la última vez que la vi… La observaba sintiendo admiración mientras
entraba y salía de la cocina. Estaba preciosa: llevaba el pelo recogido, iba
descalza con un pantalón blanco y una camiseta azul de tiras que dejaba sus
hombros desnudos. Trajo al salón una bandeja con los vasos y nos sentamos
frente a frente en dos sillas de madera. Estuvimos callados durante diez
minutos hasta que nos tomamos las infusiones. Al terminar, dejó su vaso en la
bandeja.
—¿Qué quieres de mí? —preguntó mirándome
fijamente.
Con la vista perdida, movía la cucharilla
dentro del vaso sin saber qué responder. Por mi cabeza pasaban reflexiones
contradictorias.
De pronto Mila estiró su brazo deteniendo mi
mano.
—Yo sé lo que quieres —susurró insinuante.
Entonces se inclinó sobre mí y besándome por
el cuello comenzó a desnudarme. Yo permanecía rígido dejándome hacer hasta que
me quitó la ropa. Me sentía ridículo, pero era incapaz de tomar ningún tipo de
iniciativa. Los perros habían entrado al salón y merodeaban curiosos por
alrededor. La gata permanecía sobre un cojín mirando la luz vacilante del
cirio, ajena a todo lo que le rodeaba.
—Siéntate en el sofá.
Totalmente sumiso, obedecí. Mila se puso de
rodillas entre mis piernas. Los movimientos acompasados de su boca fueron en
crescendo, mientras la música oriental inundaba la estancia… Durante quince
minutos me dejé llevar desbordado por el placer con la respiración acelerada.
Cuando terminó, se limpió la cara y los labios con la manga de mi camisa.
—Vamos a mi cuarto —ordenó distante y
seductora.
Aquella noche hicimos el amor durante toda la
madrugada. Se palpaba la pasión por cada poro de nuestra piel, pero a la vez se
podía tocar un muro imaginario entre nosotros. Era como si me estuviera
entregando el cuerpo dejando su alma a un lado.
A punto de amanecer, me dijo:
—Esta es la última noche que pasamos juntos.
—Pero al menos…
Mila selló mi boca con sus dedos.
—¿Vas a salir otra vez con lo de la amistad?
No creo que podamos ser amigos.
—¿Por qué? —pregunté mientras la gata se
acurrucaba sobre la almohada.
—Los
amigos no suelen acostarse en la misma cama. Y tú sigues teniendo a esa chica
en la cabeza.
—Tan sólo necesito un poco de tiempo…
—El mismo que yo necesito para estar sin
verte. Cuando aclares tus sentimientos, llámame. Pero mañana quiero que te
vayas.
5
Regresé de nuevo a Madrid con la intención de
poner en orden mis ideas. Sin duda mi manera de actuar era incoherente. Había
sido capaz de recorrer cuatrocientos kilómetros para verla, pero algo me
impedía amarla sin concesiones. Algo fallaba en mí y tenía que corregirlo si no
quería quedarme sumido para siempre en el limbo del desamor. Sabía que lo más
sensato era pasar página y mirar hacia delante huyendo de mis fantasmas. Sí,
tenía que enterrar de una vez por todas mis diez años de relación con Estela.
El I-Ching me había advertido que seguir caminando por terrenos pantanosos me
hundiría en el fango... Debía convencerme a mí mismo de que continuar
albergando esperanzas no podía conducir a nada bueno. Todo pasaba por dar un
viraje definitivo en mi actitud y olvidarla, saltando al otro lado de aquel
precipicio que me retenía junto a ella. Pero no podía cruzar ese vacío en dos
saltos. Era necesario aunar todas mis fuerzas y lanzarme de frente dejando
atrás el pasado.
Sin
embargo, el destino quería ponérmelo difícil. Cuando ya empezaba a dominar mis
sentimientos, se produjo una circunstancia que podría calificar como de
paranoica:
Había decidido esconder en lo más profundo
del armario todas las fotos y regalos de Estela. A los pocos días de hacerlo,
me sentí mucho mejor. El hecho de no
contemplar vestigios suyos me ayudaba a mirar hacia el futuro. Pero una noche
que regresaba a casa tras una velada con mis amigos, se produjo algo insólito.
Estaba a punto de llegar a mi estación de Metro, cuando me fijé en uno de los
dibujos que adornan las paredes de los vagones. Se trataba de un unicornio
blanco pintado sobre un fondo de color añil. Nada más contemplarlo, me di
cuenta de que esos trazos los había visto en otro lugar. Me levanté del asiento
acercándome para identificar la firma del pintor. A pesar de que mis ojos no
daban crédito, pude leer junto al dibujo su nombre. Sí, firmaba Estela Díaz… El
corazón me dio un vuelco. No podía creerlo, pero la evidencia era innegable. A
partir de esa noche, el dibujo del unicornio se me aparecía por todas las
estaciones en una especie de manía persecutoria. Era como si el caballo
eligiera de forma premeditada plantarse frente a mí en el vagón.
Pasó el tiempo y por fin quitaron del Metro aquel maldito dibujo.
Estuve varios meses sin saber nada de Mila, hasta que una noche me decidí a
llamarla. Escuchar su voz fue como sentir una brisa de aire fresco
acariciándome el rostro. Volvimos a recuperar el contacto y poco a poco el
hielo se fue rompiendo entre los dos. Había un montón de valores suyos que me
atraían. Me gustaba su inteligencia, su personalidad, su orgullo, su forma de
vivir al margen del mundo… Admiraba su mente lúcida y su manera de ver las
cosas, siempre un paso por delante del resto. Me gustaba su amor por los
animales y su entrega a los demás. Adoraba su tono de voz suave y sus silencios
cuando me escuchaba; silencios que eran mucho más elocuentes que cualquier
palabra.
Una
tarde hablando con ella, percibí la voz de un chico al fondo.
—¿Estás con alguien? —pregunté.
—Sí, estoy con Fernando. Ha venido a tomar
café.
Fernando era un antiguo amigo que de vez en
cuando se veía con ella. Nunca llegaron a ser pareja, pero en alguna ocasión
mantuvieron relaciones como si lo fueran. Yo no le daba importancia, pues
aquello sucedió mucho tiempo atrás. Lo cierto es que me chocaba esa
comunicación tan especial entre ellos… Mila ya había tenido un problema por
esto en el pasado. Fernando era amigo íntimo de Esteban, un antiguo novio de
Mila. A Esteban no le gustaba nada la complicidad que había entre ella y
Fernando. Mila le aseguraba que eran imaginaciones suyas; que entre ellos sólo
había una sana amistad. Pero años más tarde, cuando lo dejaron, Mila acabó
acostándose con Fernando. Mantuvieron relaciones durante un tiempo a pesar de
que aquella extraña unión no se materializó en pareja. Era como si tuvieran una
especie de acuerdo tácito de promiscuidad sin compromiso. Luego la cosa se
quedó en una amistad especial… Durante mi estancia allí, mantenían largas conversaciones
por teléfono. Sin duda había una conexión muy fuerte entre ellos. No llegué a conocerle nunca, pero por las
fotos que me enseñó Mila parecía un tipo prepotente y engreído.
Mi corazón se fue acercando al de Mila
llamada tras llamada. Le dije que tenía muchas ganas de verla; que ya había
superado por completo lo de Estela. Acababa de recibir la indemnización por el
accidente y me había comprado un coche de segunda mano. Estaba deseando
intentarlo en serio por primera vez; pero Mila me dijo que todavía era
demasiado pronto.
Cierto día en mitad de una conversación, la
noté algo extraña... Recuerdo con nitidez aquel sábado de invierno. Esa tarde
me había dado una vuelta por el Templo de Debod y después fui a la Filmoteca
para ver una película francesa: Háblame de la lluvia. Salí del cine con
el ánimo exultante. Era una de esas películas que te renuevan por dentro y que
te estimulan para seguir luchando en la vida. Había pasado un buen rato y volví
a casa muy contento. Tomé varios apuntes de los diálogos en mi libreta de
guiones y después de cenar llamé a Mila. A los pocos minutos, percibí un matiz
diferente en su tono de voz.
—¿Qué te pasa? —pregunté.
—Nada...
—Estás muy rara.
—Puede ser, no lo sé…
Mi intuición me decía que algo no iba bien. A
raíz de aquella conversación, estuve varias noches sin poder dormir desbordado
por presentimientos oscuros… En un arrebato de locura, una mañana decidí ir a
Alicante para verla. Enfilé el coche a toda velocidad por la autovía de
Valencia, presa de un ataque de ansiedad. Por más que apretaba el acelerador,
tenía la sensación de que no avanzaba. El tiempo era una noción estática en las
percepciones de mi cerebro, que iba cien veces más deprisa que los segundos de
cada minuto. Estuve a punto de salirme por la cuneta en dos ocasiones tras dar
las curvas a toda velocidad. En un cambio de rasante, la gravilla me hizo
derrapar hasta salir del arcén. Entonces me di cuenta de que me estaba
comportando como aquel tipo que se estrelló contra mí... Decidí echar gasolina
en la siguiente estación de servicio y después me tomé un brandy en el bar.
Luego me di un largo paseo entre los campos de cultivo para despejarme. La
vista de aquel paisaje llano que se perdía en el horizonte, consiguió que mi
estado de ánimo se relajara. A partir de ese instante, conduje más tranquilo
hasta mi destino.
Llegué a casa de Mila a media tarde, pero no
estaba. Di varias vueltas por el pueblo y después volví otra vez. Me senté
junto a la puerta esperando impaciente. A los veinte minutos, la vi acercarse a
lo lejos con los perros. Al verme allí como una aparición, se quedó
sorprendida.
—¿Qué haces aquí?
—Perdona… —me excusé—. No lo he podido
evitar… Necesitaba verte.
Mila dejó a los perros en el porche y
entramos en la casa como si fuéramos dos desconocidos.
—¿Quieres un café? —preguntó por cortesía.
—Prefiero una cerveza.
En todo momento la notaba huidiza, evitando
mirarme a la cara.
—¿Estás bien? —dije suavemente buscando su
mirada.
—Sí…
—Pues no lo parece —repliqué—. Te noto muy
rara.
Mila se encogió de hombros sin contestar. Me
trajo un botellín y se dirigió al sofá completamente abstraída. Permanecimos en
silencio rodeados de vibraciones incómodas. Me levanté de la silla con el
botellín en la mano y fui a la estantería para mirar los libros del salón.
Durante varios segundos hojeé Así habló
Zaratustra de Nietzsche. Por pura casualidad, mis ojos se toparon de golpe
con esta frase: «Siempre hay algo de demencia en el
amor; pero siempre hay algo de razón en la demencia.» Luego eché un vistazo a las películas de cine. Sobre el
televisor, había una colección de cintas de la serie Yo, Claudio.
—¿Las has comprado? —pregunté sacando el
primer capítulo de su funda.
—No… Me las han dejado.
—¿Quién?
Mila tardó unos segundos en responder.
—Son de Fernando.
Dejé la funda sobre la mesa, cogí de nuevo el
botellín y me lo bebí de un solo trago.
—¿Cuándo le has visto?
—Qué más da —contestó a la defensiva.
De pronto se levantó del sofá y se puso junto
a la ventana contemplando el atardecer. Permaneció unos segundos callada,
mientras el sol se ocultaba por el horizonte tras las montañas.
—Fui el sábado a comer a su casa —dijo al
fin.
En aquel instante el aire se volvió denso.
Varias secuencias entre Mila y Fernando desbordaron mi imaginación.
—¿Te has acostado con él? —pregunté a
bocajarro.
—No... —respondió con un hilo de voz.
—Dime la verdad.
Se dio la vuelta con los brazos cruzados sin
saber qué decir. Sus labios comenzaron a temblar. Aquel silencio se hacía
insoportable. Dejé el botellín en la mesa, me puse frente a ella y la sujeté
por los hombros clavándole los ojos.
—¿Os habéis acostado?
Mila bajó la mirada y se echó a llorar. La
solté con un gesto brusco, fui al mueble bar, saqué la botella de whisky y cogí
dos vasos. Los llené hasta el borde y la pedí que se sentara junto a mí.
—Cuéntamelo todo. Quiero repetir contigo lo
mismo que has hecho con él.
Medio borrachos, hicimos el amor en el sofá
toda la noche hasta caer rendidos.
6
Por la mañana temprano, antes de que ella se
levantara, cogí mis cosas y me volví a Madrid. De regreso en el coche estaba
derrumbado. Había recorrido mil kilómetros en menos de veinticuatro horas para
caer en un pozo sin fondo. En esos
momentos Mila se encontraba a años luz de mi corazón… Nada más llegar a casa,
rompí todas las fotos que nos habíamos hecho juntos durante el verano. Estuve
encerrado en mi cuarto sin querer ver a nadie y me dediqué a escribir guiones
de forma compulsiva. Todas las historias que surgían en mi mente eran sórdidas
y destructivas. Necesitaba vomitar la bilis de mi desengaño ante las
relaciones. Pensaba con plena convicción que todo en el amor era una gran
mentira; una farsa que antes o después siempre termina por desenmascararse.
Los
primeros días Mila me llamaba sin cesar, pero yo no cogía el teléfono. Dejaba
que sonara una y otra vez lleno de resentimiento. Durante varias semanas estuvo
grabando mensajes en el contestador a todas horas, incluso de madrugada.
—Coge el teléfono, por favor —suplicaba—. ¿No
crees que sería mejor hablarlo todo? Anda, cógelo...
Resultaba difícil no sucumbir al encanto de
su voz, pero yo me mantenía firme en mi postura. Mi única respuesta era el
silencio. Estaba realmente dolido por lo de Fernando. Me costaba creer que
hubiera sucedido. Y todo justo cuando empezaba a olvidarme de Estela... Sin
duda fue una bofetada para mis ilusiones. Sentía que ese acto a mis espaldas
había pisoteado nuestro futuro como pareja. Aquello me dejó desencantado y
herido en lo más profundo. Mila siempre me aseguró que no le gustaba acostarse
con amigos. Sin embargo, a Esteban le dijo lo mismo y el tiempo demostró lo
contrario. Quizás me habría importado menos si lo hubiera hecho con un extraño
en una noche loca de sábado; pero aquel tipo que cada cierto tiempo se acostaba
con ella sin compromiso alguno era algo que me reventaba. No podía soportar esa
promiscuidad amistosa y liberal; sobre todo porque Mila decía no estar de
acuerdo con dicha actitud. Era obvio que sus palabras no correspondían con sus
actos.
Aquello destrozó mi ilusión por comenzar algo
serio a su lado. Me sentí estúpido pensando en la tarde que salí de la
Filmoteca con el ánimo renovado, mientras ignoraba que ella estaba retozando
sobre las sábanas con su mejor amigo. Durante un mes no pude conciliar el sueño
imaginando las escenas que me contó entre lágrimas. Recreaba en mi mente todo
lo ocurrido en la casa de Fernando, torturándome con cada detalle.
Al cabo de varias semanas, me llegó una carta
de Mila:
El verano que nos reencontramos estuvimos muchos días juntos
y vivimos un montón de cosas. Yo me enamoré de ti y te lo dije; pero
el recuerdo de Estela pesaba demasiado en tu corazón y no quisiste iniciar una
nueva etapa conmigo. Luego dejé pasar un tiempo para que te aclarases. Meses
después, la sombra de aquella chica aún te perseguía por todas partes sin
descanso.
Me arrepentiré siempre de lo que sucedió con Fernando, aunque no
entiendo que eso haya sido lo que realmente impida que podamos tener
algo sólido. Creo que eres incapaz de ver las cosas en su
justa medida. No comprendo por qué me lo reprochas, teniendo en cuenta lo
poco claro que tenías las cosas y lo presente que ella estaba en tu
corazón. Yo no podía evitar sentir cierto temor si os reencontrabais,
como tú querías. Te hubiera encantado verla y contarle tantas cosas... El caso
es que nunca te dije que eso me molestara. Si de verdad había algo importante
entre nosotros, mejor que la vieras a pesar de mis temores y aunque me doliese.
Puede que te parezca cínico, pero yo no siento por Fernando nada más
allá de la amistad. Aquello fue algo puntual de una noche que no se volverá a
repetir nunca. Quizás me empujó el verme rechazada en todo momento por ti.
Necesitaba sentirme deseada por un hombre que no tuviese a otra mujer en su
cabeza mientras me acariciaba... Y ahora eres tú el que lo pone como
motivo insalvable de lo nuestro.
Recuerdo todas las conversaciones en las que decías que no
deseabas tener una nueva relación. Tal vez era yo la que no
debería haberse implicado contigo, pero tampoco puedo evitar sentir lo que
siento. Y yo te quiero.
Mila
Aquella carta me tocó la fibra sensible, pero mis heridas todavía
estaban abiertas y seguí sin decidirme a llamarla. Fue ella la que lo hizo
insistiendo de nuevo. Esta vez sí que cogí el teléfono.
—Ya no confías en mí, ¿verdad? —dijo con voz dulce y conciliadora.
—Podría creerte si me aseguras que no volverá a pasar. Pero ha
pasado y eso me hiere el orgullo.
—¿No te das cuenta de que para algunas cosas me tratas como pareja
y para otras no?
—Ponte en mi lugar: voy a verte desde Madrid y me encuentro que te
has acostado con tu mejor amigo.
—Ponte tú en el mío: te ofrezco mi amor y lo rechazas porque
todavía no has superado tu ruptura con Estela. Y mientras tanto, debo
permanecer esperando como si tuviera que mendigar tu cariño.
—Tienes que comprender que estuvimos diez años juntos.
Por unos instantes Mila permaneció en silencio. Después dijo
murmurando:
—Mi error ha sido esperar algo de esto…
—En realidad tu único error ha sido jugar a dos bandas. No entiendo
por qué te has acostado con Fernando, si realmente querías una relación sólida
conmigo.
—¿Quién habla aquí de jugar a dos bandas? ¿Acaso no habrías vuelto
con Estela si hubiese aparecido otra vez? Vamos, sé sincero.
No pude contestar a esa pregunta.
—Reconócelo: estás perdido en tus propios sentimientos y no sabes
ni lo que quieres.
Me quedé pensativo intentando responder lo más sincero posible.
—Lo siento, Mila… Siento no estar a la altura de las
circunstancias… Lo de Fernando es un punto negro que no puedo superar. Justo
cuando más ilusionado me sentía contigo, es cuando más daño me has hecho…
Estaba intentando olvidar todo mi pasado con Estela. Sí, estaba intentando
creer de nuevo en el amor para iniciar una relación junto a ti. Tan sólo
necesitaba un poco más de confianza hasta que se cerrasen las heridas… Puede
que mal, pero lo estaba intentando.
—Y mientras qué pretendías que hiciera, ¿esperarte toda la vida?
—No lo sé. Pero desde luego la solución no era acostarte con tu
mejor amigo.
Mila se quedó callada. De fondo se oía maullar a la gata.
—No te pudiste sentir bien contigo misma durante todo el tiempo que
yo estuve sin saber lo que había pasado y hablabas conmigo por teléfono como si
nada… Yo estaba remontando el vuelo poco a poco… Una noche me enviaste una
estrella para animarme, ¿te acuerdas? Al acostarte con Fernando has jugado con
mi corazón… Ahora me cuesta confiar plenamente en ti. Y no es un sentimiento
premeditado; es la consecuencia de lo que tú has hecho. No me lo puedo quitar
de la cabeza… De alguna forma me siento traicionado y me impide entregarme del
todo.
Durante varios segundos permanecimos callados. Tan sólo se oían
interferencias de fondo y nuestras respiraciones.
—Estoy seguro
de que si eso no hubiera pasado, las cosas poco a poco habrían ido más fluidas
entre nosotros. En la
vida las causas-efectos son inevitables y lo que sucedió influye en mi actitud.
Mila
escuchaba sin decir nada… La gata seguía maullando en tono lastimero.
—No pretendo que
te sientas culpable por ello; lo cierto es que me resulta imposible
evitar que una parte de mi ilusión esté desencantada. Es probable que sea
un idealista, pero estarás conmigo en que no se puede seducir a una persona
acostándose con otra.
Volvimos
a quedarnos en silencio. Luego proseguí hablando con tristeza y despecho.
—Aunque me digas mil veces que lo de
Fernando no tiene por qué interferir en lo nuestro, sí que influye. Tuviste
sexo con él y me lo ocultaste. Todo ello en mitad de nuestra relación. Relación
extraña, incierta, inestable, postergada, sí; pero relación. Una
infidelidad es suficiente motivo como para que una pareja se destruya. Por eso tienes que comprender que me sienta traicionado y herido en mi
orgullo.
—Hablas lleno de rencor…
—Sí, no lo niego. Siento
rencor por lo que sucedió aquella noche en la que yo no estuve. Me da miedo que
me hagas daño otra vez aunque no tengas intención de hacérmelo… No sé cómo no
pensaste en las consecuencias que podía traer, con lo implicados que estábamos
en esos momentos.
—Puedes decir lo que quieras —respondió herida—, pero tu corazón
todavía estaba más cerca de ella que del mío, y yo no quiero ser un recambio de
nadie.
—No sé dónde
estaría mi corazón —contesté—, pero hay una realidad que no tiene vuelta atrás: lo tuyo con Fernando ha
estropeado mucho las cosas como para que seamos pareja.
Mila se echó a llorar. La gata parecía acompañarla con sus
maullidos. Antes de colgar, dijo suspirando entre sollozos:
—No puedo hacer nada contra eso…
7
Estuvimos varios días sin saber nada el uno
del otro y creo que nos vino bien desconectar a los dos. Hay veces que es mejor
distanciarse para ver las cosas con perspectiva. Recuerdo que hice todo lo
posible por intentar que el orgullo no nublase mis sentimientos. Me convencí a
mí mismo de que con el paso del tiempo aquel desengaño iría disipándose en mi
memoria. Sabía que Mila me quería y sin duda eso era lo importante. Al final
llegué a la conclusión de que no perdíamos nada por darnos otra oportunidad. Ya
era la segunda vez a lo largo de nuestras vidas que el destino se cruzaba poniéndonos
la zancadilla y realmente pensaba que había algo especial entre nosotros que no
debíamos dejar escapar.
Le escribí una carta diciendo que lo de
Fernando me dejó sin saber qué actitud tomar ante nuestra relación. Procuré
hacerla ver mi postura intentando que se diera cuenta de lo que había sucedido.
Encontrarte con aquella noticia tras hacer un viaje de cuatrocientos kilómetros
era muy duro de aceptar para cualquier hombre. Pero al final le decía que
debíamos apostar por el futuro desechando los fantasmas del pasado.
Esperé con ansia la respuesta
de Mila, ilusionado con que aceptara mi proposición para intentarlo de nuevo,
esta vez libres de terceras personas que pudieran impedirlo. Al cabo del
tiempo, me encontré una carta suya en el buzón. Subí a casa por las escaleras
lleno de nerviosismo. Impaciente, rasgué el sobre. Con las manos temblorosas,
desplegué el folio para leer sus palabras de pie junto a la ventana:
Lo siento, pero ahora soy yo la que no
tiene ilusión ni fuerzas para intentarlo de nuevo. Además, ¿de qué serviría?
¿Acaso iban a cambiar las cosas?
Durante todo este tiempo sin vernos me he dado cuenta de que
antepones el orgullo a cualquier causa. Cuando te enteraste de lo que sucedió,
tu única obsesión era repetir mi noche con Fernando para intentar quedar por
encima de él. Y al día siguiente te marchaste sin despedirte.
Yo no quiero ser pareja de alguien que no está enamorado de
mí, porque, falta algo, ¿sabes? Ese algo que hace que te entusiasmes y dé
sentido a la relación; esas pequeñas cosas que refuerzan los lazos entre
dos personas: los besos, las caricias... dormir abrazados…, los “te
quiero” o “me encantas”... Si hay amor, salen de manera natural. Yo lo echo de
menos; pero para ti son una exigencia mía.
La verdad es que estoy triste. Creo que nunca me
aceptaste como soy. Nunca has estado enamorado de mí. En el fondo es el motivo
por el cual no hemos funcionado. No tenemos ilusión.... Tú nunca la
tuviste y has acabado quitándome la mía. Nunca nos mimamos, ni coqueteamos, ni
nos tratamos con ese cariño especial que sólo conocen los amantes. En ningún
momento hemos tenido esa complicidad para iniciar un proyecto juntos. Tampoco
hemos podido disfrutar el uno del otro sin tapujos ni temor, en mi caso, al
rechazo. Y tú siempre con tus prejuicios del pasado que condicionan toda
nuestra relación.
Yo necesito mucho más de lo que eres capaz de
darme. Necesito cariño, amor, comprensión. Necesito que me acaricien, me besen,
me toquen… Necesito saber que la otra persona se muere por hacerlo y sentirme
especial... No quiero sólo escuchar o que me escuches; necesito que tomes las
riendas cuando desfallezco y tener presente que estás ahí para lo bueno y para
lo malo.
Siempre
he tratado de apoyarte, pero estar con alguien y sentirse sola acentúa el
sentimiento de soledad… No confías en mí y aunque ahora lo niegues me seguirás
reprochando lo que pasó… Encima estás demasiado lejos para hacer que crezca
esta relación. El teléfono no basta. No quiero tener un amor a distancia.
El invierno ya fue duro, largo y frío. Cuando llegue el próximo
verano... ¿por qué iban a cambiar las cosas?
Ahora me
siento vacía y sin fuerzas. Necesito ilusionarme de nuevo con la vida. Tal vez
esté deprimida y necesite mi tiempo.
Me quedé totalmente hundido. Después
de leer aquellas palabras desgarradas, fui consciente de que habíamos llegado a
un punto sin retorno. En ese momento supe que nuestro futuro como pareja pendía
de un hilo. Tras releer varias veces su carta, me senté en la mesa, cogí un
folio en blanco y me puse a escribirle:
A todos nos gustaría
que las cosas transcurrieran según nuestros deseos. Pero basta que dirijas tus
pasos hacia un camino, para que la vida te lleve por otro en dirección opuesta.
Sin duda el destino juega con nosotros y escribe los guiones más insospechados.
El guión de esta historia comenzó con un hombre destrozado y un desamor
pendiente de superar. Había estado compartiendo mi vida con una mujer durante
casi diez años y necesitaba dejar mi corazón libre una buena temporada. Me
hallaba en una fase en la cual se derrumba todo un mundo y lo que pensabas que
era una verdad incuestionable se convierte en una flagrante mentira. En esos
momentos ya no crees en nada y piensas que nunca jamás volverás a creer.
Pero apareciste tú.
De hecho, fui yo quien te busqué cuando mis heridas aún no habían cicatrizado.
Ni siquiera sabía qué me impulsó a escribirte después de tanto tiempo; lo
cierto es que el destino puso delante de mis ojos tu correo y te lancé un
mensaje. No puedo negar que fui yo el que contacté contigo, el que te besó en
la playa aquella noche de verano, el que te propuso hacer el amor… En aquellos
días es probable que lo único que buscara fuese algo de cariño y consuelo. Te
pido perdón si en algún momento te has sentido utilizada; pero puedo asegurarte
que en mi corazón había mucho más que eso. Desde siempre me has atraído y lo
sabes. Sí, había en ti algo especial que no se encontraba en cualquier chica.
Una fuerza y una sensibilidad que eran fuera de lo común. Habías sufrido mucho
en el pasado y eso me acercaba a ti. Me gustan las personas que a pesar de
sufrir luchan, se revelan, resurgen de las cenizas… y tú eras una de esas
personas. Te miraba aquella noche en la fiesta de disfraces con tu malla de
bailarina y me deshacía por dentro…
Recuerdo cuando me constaste lo de la gata.
Tan sólo era una cría recién nacida y aquel hombre canalla iba a matarla. Pero
tú le increpaste gritando; entonces la tiró al suelo con desdén y se fue. La
recogiste medio muerta, la llevaste a tu casa y la curaste hasta que por fin se
recuperó. Luego decidiste que se quedara contigo haciéndole un hueco en tu
hogar y en tu corazón. Le salvaste la vida sin atribuirte ningún mérito. Creo
que fue después de contármelo cuando me enamoré de ti.
Sin embargo, por aquellos años el destino se
interponía entre los dos. Ahora tenemos la oportunidad de recuperar ese deseo
antiguo y sólo depende de nosotros el poder hacerlo. Sí, lo sé. Yo tengo
bastante culpa de haber desperdiciado nuestra oportunidad. Puede que al
principio no te diese abiertamente mi corazón. Volví a reencontrarte en pleno
desamor después de una relación muy densa y huía por completo de algo serio.
Tenía miedo de empezar otra vez de nuevo. Mis sentimientos estaban
bloqueados... Ponte en mi lugar y creo que lo entenderás.
A pesar de lo mal que lo hemos hecho, yo no he
renegado de ti. Quiero que sepas que puedes contar conmigo; que sigo a tu lado
y que te quiero.
El silencio después de
escribirle aquella carta me ahogaba por dentro. No tenía ni idea de lo que
estaría pasando por su cabeza… Fueron varios días de insomnio en los cuales
todo parecía estar patas arriba en mi vida. Paseaba por las calles como un
autómata cruzando los semáforos sin mirar, dando vueltas en círculo a unos
pensamientos que me destruían.
No podía soportar aquella
situación, así que decidí una vez más ir allí para enfrentarme cara a cara con
mi destino. La misma mañana que salí de viaje, se me ocurrió comprarle un ramo
de rosas. En realidad, no sé cómo pude hacerlo. Desde siempre he sido muy
supersticioso con ese tipo de detalles. La última vez que le regalé flores a
una chica, todo comenzó a ir de mal en peor. Lo recuerdo como si hubiera
sucedido ayer: compré una docena de claveles amarillos y se los llevé con toda
mi ilusión. Estaba perdidamente enamorado de Ruth. A partir de ese día, las
cosas se torcieron… Supongo que las flores no tenían culpa de nada, pero yo las
relacionaba con un mal agüero, por eso me sorprendí de mí mismo al comprar las
rosas para Mila.
Salí de Madrid por la autovía
lo más tranquilo que pude. No quise volver a cometer el error de ir a toda
velocidad como la vez anterior. Los faros siniestros de aquel estúpido aún
permanecían incrustados en mi retina… Actuar de nuevo como él, habría sido
imperdonable. Dejé el ramo en el asiento de al lado y me puse a escuchar música
suave. Mientras conducía, me dediqué a contemplar el paisaje y a ordenar mis
sentimientos. Era un domingo de junio, pero no había demasiados coches en la
carretera. El viaje fue agradable y llegué a Alicante en pocas horas. Nada más
entrar en el pueblo aparqué en los alrededores, cogí el ramo de rosas y caminé
hasta su casa. Al llamar a la puerta, me extrañó no oír ladrar a los perros.
Estuve esperando un rato. Daba la sensación de que no había nadie. Entonces
noté que me observaban a través de la mirilla. Instantes después, descorrieron
el cerrojo. Mila abrió la puerta lentamente dejándola entornada.
—Es la tercera vez que vienes así —dijo en tono seco—. No voy a
dejarte pasar.
Dentro se escuchaba ruido en el salón.
—Lo entiendo. Ya veo que estás…
—Tengo cosas que hacer —interrumpió—. Eso es todo.
—No hace falta que te excuses. La culpa es mía por venir de esta
manera. Perdona… No he podido evitarlo. Para bien o para mal, necesitaba verte.
El silencio era interrumpido por los ruidos del interior. No quise
preguntar si estaba con alguien o si eran los perros... Me sentía ridículo con
el ramo de flores en la mano frente al umbral de la puerta. Aquella casa donde
estuve infinidad de veces, se había convertido en un lugar prohibido. En esos
momentos me invadió una melancolía infinita.
Mila miraba hacia el suelo sin poder hablar.
—Lo siento, de verdad… —susurró al fin—. Siento que todo entre
nosotros haya transcurrido siempre a contratiempo. Cuando tú avanzabas, yo
retrocedía, y viceversa. Supongo que el destino lo ha querido... Pero se ha
terminado, ya no hay vuelta atrás… Ahora vete, por favor. Vete.
Me quedé clavado en el suelo sin poder reaccionar. En aquel
instante sentí que algo se resquebrajaba en mi interior. La impotencia y la
frustración me invadieron. Era como intentar abrazar el aire con las manos… Le
di un beso en la frente y la miré por última vez. Antes de que se me saltaran
las lágrimas, me di la vuelta huyendo de allí. Aquel paisaje montañoso frente a
su casa parecía más hostil que nunca ante mis ojos humedecidos. Caminé por la
acera dando tumbos hasta llegar a la cantina del pueblo. Me tomé una cerveza
rodeado de personas que hablaban de sus asuntos, ajenas a mi sufrimiento. En el
fondo sabía que no podía lamentar nada. Tuve mi oportunidad con ella y no supe
aprovecharla. Pero buscar culpables ya no tenía sentido.
Compré una botella de vino y subí al coche en dirección a las dunas
de la costa. Regresé una vez más a la playa donde tantas veces caminamos
juntos; donde nos quedábamos contemplando el mar hasta la madrugada… Estaba
atardeciendo y las nubes rosáceas se esparcían por el cielo de forma
caprichosa. Me sentía sólo en toda la amplitud de la palabra, pero rodeado de
un paisaje idílico y armonioso. Una vez más había fallado en mi relación de
pareja… Entonces me di cuenta de que podía caminar por la orilla hundiendo mis
pies bajo la arena sin que nada me lo impidiera. Pocos meses atrás me hallaba
postergado sobre una cama entre cuatro paredes. En ese instante la brisa
acariciaba mi rostro haciendo que me sintiera afortunado por el mero hecho de
existir y contemplar todo aquello alrededor. La luna plateada comenzaba a
asomarse tímidamente por el horizonte del mar creándose un ambiente
inigualable. Con los últimos rayos de luz, decidí escribirle este mensaje:
No olvides nunca nuestras primeras cartas... Nuestras llamadas
hablando durante horas... Nuestras conversaciones sobre lo humano y lo
divino... Tus ensaladas con pasas, queso fresco y nueces... El vino blanco
en las veladas del porche… El restaurante de madera junto al
Moncayo... Los paseos nocturnos por la sierra... El ulular mágico de
los autillos... Los atardeceres paseando por la orilla del mar...
Las noches haciendo el amor en la playa... Dormidos allí abrazados bajo el
firmamento estrellado... Las correcciones de relatos para mis guiones...
Tus lecturas nocturnas del sioux Alce Negro... Tus cintas de música con el
canto de los colimbos… El aroma del sándalo y del azahar... Nuestra
pasión entre los naranjos junto al cementerio… Tus cosquillas en los brazos...
Tu corazón… Tu sonrisa…
Enrollé el mensaje y lo introduje en la
botella de vino. Arranqué varios pétalos de rosa y los guardé junto al papel.
Después me acerqué hasta la orilla lanzándola con todas mis fuerzas. El reflujo
de la marea se la fue llevando mar adentro… Quizás un día volviese de nuevo a
la costa para que alguien pudiera leer aquel mensaje. Alguien que jamás sabría
que allí dentro estaba reflejada la historia de una pareja que nunca lo fue; de
un amor que por un capricho del destino nunca germinó.
A esas horas la playa se encontraba totalmente
vacía. Como hipnotizado, me quité la ropa y decidí meterme en el agua. Las olas
espumosas golpeaban mi cuerpo haciéndome sentir vivo. Comencé a nadar hacia el
fondo sin detenerme. Una bandada de patos salvajes graznaban en lo alto del
cielo, formando cuatro hileras interminables bajo el crepúsculo del atardecer.
Hubiera deseado salir volando junto a ellos hacia el infinito… En ese instante
me invadió una sensación de dicha plena. Sentí como si una revelación mística
iluminara mi ser. Era algo que emanaba de mi interior escapando a mi propia
voluntad. Me hallaba pleno de gozo despojado del deseo insatisfecho que siempre
me había oprimido a lo largo de mi vida. Entonces supe que formaba parte de
todo eso que estaba contemplando, y que lo que me hacía sufrir bajo mi piel era
insignificante ante la inmensidad del universo.
FIN
Oscar Nóbregas Manrique nació en Madrid.
Desde los años noventa se dedica plenamente al mundo de la literatura. Colabora en diversas revistas literarias, así como en programas radiofónicos dedicados a las letras y a la música, tareas que compagina con su afición por la fotografía artística.
"Retazos de un Bastardo" es para muchos la obra literaria más original de los últimos años.
Libros de Oscar Nóbregas
Entrevista con Oscar Nóbregas
Oscar, ¿se puede vivir de escribir hoy en día?
Salvo algunos privilegiados, es muy difícil vivir de la literatura; aunque pienso que es mejor que sea así. La creación no debe estar sujeta a una nómina, porque escribir bajo presión a lo único que conduce es a coartar la espontaneidad. Un escritor no puede escribir una novela pensando que con el dinero que obtenga va a pagar las facturas.
Los editores son un mal necesario para los escritores; un arma de doble filo que se puede volver contra ti. Lo más duro para un escritor es descubrir que los problemas no terminan cuando publica una novela, sino que pueden empezar justo en ese momento... Si tienes buena relación con tu editor, éste puede darte alas y hacer que tu obra crezca; pero si tienes la mala suerte de topar con un editor que no te apoya lo suficiente, puede convertirse en tu principal enemigo; la tumba de tu propia novela. Con un editor abúlico todos tus esfuerzos caen en saco roto. De nada sirve remar con todas tus fuerzas, si el que lleva el timón te deja encallado en la orilla.
Internet
Siempre miro con recelo los avances tecnológicos, pues pienso que muchas veces nos proporcionan "comodidades" que a la larga te acaban creando una dependencia innecesaria, que al final lo único que consigue es esclavizarnos. Pero como todo en la vida, depende del uso que le des a las cosas. En el caso de Internet, no se puede negar que es un instrumento que bien utilizado ofrece infinitas posibilidades al permitir comunicarte con el resto del mundo. Para mí es muy gratificante saber que gracias a los foros literarios de Internet, mi novela ha llegado a manos de lectores en toda Hispanoamérica e incluso al sur de los Estados Unidos.
A veces pienso que la gente debe de estar muy vacía por dentro cuando siente la necesidad obsesiva de comunicarse a cada instante por medio del Smartphone. Este artilugio se ha convertido en una prótesis inseparable de las personas. Es patético observar a todo el mundo imbuido en sus teléfonos como si buscaran ansiosamente la felicidad allí dentro.
Internet al margen de las incuestionables ventajas como medio de comunicación, se ha convertido en una corrala cibernética donde lo importante por encima de todo es aparentar. La gente disfruta más enviando una foto de algún lugar exótico para que la vean los amigos en vez de vivir ese momento para sí mismos. Esa actitud me parece cuanto menos preocupante.
Internet es un espacio donde se puede maquillar fácilmente la realidad, creando un escenario virtual en el cual lo importante es lo que se ve por la pantalla, no lo que realmente es.
Crisis
La crisis económica es algo que sin duda ha repercutido en todos los ámbitos, tanto a nivel nacional como internacional. En la literatura no iba a ser menos y las ventas han descendido desde hace un par de años. Pero al margen de la literatura, lo que me preocupa de todo este "pesimismo general" que estamos viviendo no es la crisis en sí misma, sino saber quién está interesado en tenernos pendientes de que suba o baje la Bolsa para desviar nuestra atención de los problemas reales de nuestra sociedad, y de esa manera tenernos hipnotizados. Nos marean con cifras y términos económicos que a la postre lo único que consiguen es desorientarnos y que perdamos toda referencia con la realidad. Los medios de comunicación se convierten en trileros que nos bombardean con noticias contradictorias las cuales terminan por anular cualquier criterio razonable.
Quizás el hecho de dar más relieve a tus escritos mediante una lectura oral de los textos, descubriendo que una misma frase puede ser leída con matices distintos.
La Radio te proporciona el tono y la intensidad de la que carece la lectura mental, pues a veces las palabras se quedan algo mudas si no las expresamos mediante los labios.
La Radio también te aporta ese punto de improvisación que a menudo libera a los textos de las páginas y los hace volar más libres.
Sí, de hecho las portadas de tercer y del cuarto libro llevarán fotos hechas por mí. No ha surgido antes porque no veía una imagen que pudiera encajar con el ambiente de la novela.
De esa crónica surgió la idea de mi segunda novela Efluvios Metafísicos, que de alguna manera es un homenaje a la música contemporánea en sus distintos estilos: Blues, Jazz, Rock, Pop, Folk, New Age, etc.
Desde siempre he estado rodeado de músicos, cantantes o de gente melómana apasionada con grandes colecciones de discos, por lo cual no me ha sido difícil imbuirme de lleno en dicho terreno.
En cuanto al Rock, lo he disfrutado de manera apasionada desde la adolescencia, y, aunque no tuve la suerte de experimentarlo en su época dorada por cuestiones de edad, sí que he vivido la inercia de ese movimiento unos años más tarde.
La lista de grupos de Rock que me han influido sería interminable... Básicamente corresponden a bandas formadas en las décadas de los 60 y los 70, que sin duda son los años más creativos la historia del Rock. Creo que los grupos que más me han marcado son Pink Floyd y Led Zeppelin. Cada cual en su estilo, me parecen las dos bandas más carismáticas que ha habido nunca. Pero no puedo dejar de nombrar a los Beatles, que supusieron una auténtica revolución. Incluso hoy en día, casi 50 años después, sus canciones no han perdido ni un ápice de frescura y vitalidad. El fenómeno beatle fue algo único e irrepetible que marcó a muchas generaciones.
Supongo que tengo algo de cada uno. Quizá me identifico un poco más con los albinos, por aquello de que son una "rara avis" como yo...
Resulta difícil contabilizar en tiempo real, desde el momento en que surge el chispazo de una historia hasta el último capítulo. Las ideas son como peces que divagan por tu cabeza y que vas plasmando en tus escritos, unas antes o después sin saber por qué, pero no necesariamente de forma lineal. Por otro lado, desde que surge algo sólido hasta que germina, puede que transcurran varios meses, pues ni tú mismo sabes si esa idea va a fructificar. Luego viene la etapa de ordenar el rompecabezas para que todo ocupe su lugar exacto evitando que haya fisuras, y ése es otro proceso imposible de medir con un calendario, pues a veces recurres a apuntes que llevaban guardados en un cajón mucho tiempo.
Lo que sí te puedo asegurar, es que desde que terminé la novela hasta que se publicó pasaron varios años de llamar a puertas de editoriales y de enviarla a concursos. Por cierto, hoy en día estoy totalmente en contra de los concursos. Creo que no se debe escribir para competir con nadie.
Respecto a la inspiración de la novela, todo surge por una amalgama de sensaciones que van bullendo dentro de ti, condimentadas por mil influencias: una experiencia vivida, un pasaje de otra novela, la escena de una película, la letra de una canción, un suceso real que ves en las noticias, el artículo de un periódico, un pasaje de la historia... Todo ello forma un cóctel que agitas a la par con tu imaginación hasta que surge algo coherente y con una estructura definida.
Desde luego, todo tiene su lado opuesto. Para que haya luz y saber lo que significa, es necesario conocer la oscuridad. El caso es que las personas más baqueteadas suelen valorar mejor las cosas buenas de la vida. No se puede mantener de forma perenne un estado de dicha absoluta o de éxtasis… La vida es un camino de contrastes. Como dice Luis Eduardo Aute, vivir es un ejercicio de gozo y dolor.
En un momento dado de la novela en el cual el pintor se haya atravesando un estado anímico tortuoso, decide plasmar en la pared de su buhardilla este cuadro de las Pinturas Negras de Goya. Saturno devorando a su hijo representa para él una alegoría freudiana de la humanidad devorando al hombre como individuo. Eso es lo que quiere expresar el pintor en su encierro tras sufrir una crisis existencial.
Uf, recomendar mi propia novela es algo que me da bastante pudor... Puedo hablarte por boca de lectores que me han felicitado, diciendo cosas tan bonitas como que mi novela deja huella en el alma o que rebosa de sensibilidad e imaginación; que es una novela muy profunda y que te hace pensar sobre ti mismo; que en vez de páginas, las hojas parecen espejos que reflejan tus propios sentimientos.
En fin, qué más puedo deciros sobre Retazos de un Bastardo... Comentan por ahí que mi novela tiene afinidades con Kafka, Pessoa o Hermann Hesse. Al que le guste alguno de estos autores es probable que conecte con mi estilo; pero creo yo tengo mi propio sello, más cercano al tiempo que nos ha tocado vivir.
Me hallo inmerso en la redacción de once relatos que irán recopilados en un libro titulado Bajo la sombra del yinkgo biloba.
Estoy muy ilusionado con este proyecto y humildemente pienso que cada relato es un mundo en el que te sumerges de los pies a la cabeza. He puesto toda mi alma y mi corazón en ellos, así que espero no defraudar al lector…
3. Río Guadarrama helado
5. La torre en invierno
2. Vistas desde la abadía, Mont Saint-Michel
3. Sombras sobre la nieve al atardecer, Guadarrama
4. Ruinas de Recópolis al atardecer
5. Río Piedra abstracto
6. Reflejos sobre el agua, Río Piedra
7. Reflejos plateados, Salinas de Torrevieja
8. Reflejos impresionistas sobre el agua, Río Piedra
9. Reflejos en el río Dulce
10. Reflejos del sol, salinas de Torrevieja
11. Ramas sobre fondo rosado, Cala Macarela
12. Pueblo fantasma, ruinas de Belchite
13. Por encima de las nubes, sobre el Mediterráneo
14. Nenúfares sobre nubes en el río Lobos
15. Dibujos de luz sobre el agua, Menorca
16. Luna llena en el cementerio de Atienza
17. Isla Vedra bajo la bruma
18. Lago del amor, Brujas
19. Hojas de haya a contraluz
20. Gaviota volando sobre el mar, Cala Macarela
21. Cuadro abstracto de sal, salinas de Torrevieja
22. Castillo de Atienza en la noche estrellada
23. Cabo de Formentor al atardecer
24. Lluvia sobre el canal, Brujas
25. Arena tostada, Playa de Caballería
26. Arcos sobre la arena, Playa de las Catedrales
27. Arbusto sobre la nieve, Guadarrama
28. Arbusto sobre fondo marino
29. Árbol siniestro, Hayedo de Montejo
30. Árbol seco, Burgos
31. Abadía del Mont Saint-Michel
“Leed libros alentadores de espíritu, que os inciten a ser cada día mejores”.
SWETT MARDEN
ALFREDO CONDE
“Un mal escritor puede llegar a ser un buen crítico, por la misma razón que un pésimo vino puede llegar a ser un buen vinagre.”
FRANCOIS MAURIAC
“El poder de la literatura es que es posible contar la vida.”
CHARLES BUKOVSKI
“Escribir: la única manera de conmover a otros sin ser incomodados por su rostro.”
JEAN ROSTAND
“Un hogar sin libros es como un cuerpo sin alma.”
CICERÓN
“No es preciso tener muchos libros, sino tenerlos buenos.”
SÉNECA
“Un mismo texto admite infinito número de interpretaciones.”
FRIEDRICH NIETZSCHE
“La lectura cura los dolores del alma.”
ANÓNIMO
“Un libro abierto es una mente que habla. Un libro cerrado es un amigo que espera.”
PROVERBIO HINDÚ
“Un buen libro, es el mejor de los amigos.”
RUBÉN DARÍO
“Leer mucho aviva el ingenio de los hombres.”
SCHILLER
“Amar a la lectura es trocar horas de hastío por horas deliciosas."
JOHN F. KENNEDY
“Un libro es una voz viviente; una inteligencia que nos habla.”
SAMUEL SMILES
“El destino de muchos hombres depende de haber tenido o no, biblioteca en su casa paterna.”
EDMUNDO DE AMICIS
“Ningún hombre carece de amigos, mientras cuente con la compañía de buenos libros.”
SCHILLER
“Preferiría vivir pobre en un desván con muchos libros, que ser un rey a quien no le gustara leer.”
THOMAS MACAULAY
GROUCHO MARX
FERNANDO PESSOA
el cuerpo cuando caigan,
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro
que baja por tu cuerpo,
ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.
Ojalá se te acabé la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve,
ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones,
ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.
Ojalá que la aurora no dé gritos
que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido
de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores.
De alguna manera tendré que olvidarte,
por mucho que quiera no es fácil, ya sabes,
me faltan las fuerzas, ha sido muy tarde
y nada más, y nada más, apenas nada más.
Las noches te acercan y enredas el aire,
mis labios se secan e intento besarte.
Qué fría es la cera de un beso de nadie
y nada más, y nada más, apenas nada más.
Las horas de piedra parecen cansarse
y el tiempo se peina con gesto de amante.
De alguna manera tendré que olvidarte
y nada más, y nada más, apenas nada más.
Luis Eduardo Aute
Te alejas bajo la oscuridad del parque
POEMA 20
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche esta estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca,
y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear
los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta
la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Pablo Neruda
de peña en peña,
pero no mía.
Grande te quiero,
como monte preñado
de primavera, pero no mía.
Buena te quiero,
como pan que no sabe
su masa buena,
pero no mía.
Alta te quiero,
como chopo que al cielo
se despereza,
pero no mía.
Blanca te quiero,
como flor de azahares
sobre la tierra,
pero no mía.
Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.
Agustín García Calvo
algunas hojas verdes le han salido.
El olmo centenario en la colina,
un musgo amarillento
le lame la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas, olmo,
quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera también,
hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Antonio Machado
(Adapt. Juan Manuel Serrat)
PARA LA LIBERTAD
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho
dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales,
y entro en los algodones
como en las azucenas.
pues de puro enamorado,
de continuo anda amarillo;
que pues doblón o sencillo,
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero es don dinero.
Nace en las Indias honrado,
donde el mundo le acompaña,
viene a morir en España
y es en Génova enterrado;
y pues quien le trae al lado es hermoso,
aunque sea fiero,
poderoso caballero es don dinero.
Por importar en los tratos
y dar tan buenos consejos
en las casas de los viejos
gatos le guardan de gatos;
y, pues rompe él recatos
y ablanda al juez más severo,
poderoso caballero es don dinero.
Nunca vi damas ingratas
a su gusto y afición,
que a las caras de un doblón
hacen sus caras baratas;
y, pues hace las bravatas
desde su bolsa de cuero,
poderoso caballero es don dinero.
Francisco de Quevedo
(Adapt. Paco Ibáñez)
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde,
altivo, enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que el cielo en un infierno cabe;
dar la vida y el alma a un desengaño,
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
Lope de Vega
LA MALA REPUTACIÓN
En mi pueblo, sin pretensión,
tengo mala reputación,
haga lo que haga es igual
todo lo consideran mal.
Yo no pienso, pues, hacer ningún daño
queriendo vivir fuera del rebaño.
No, a la gente no le gusta
que uno tenga su propia fe.
Todos, todos me miran mal,
salvo los ciegos, es natural.
En la fiesta nacional
yo me quedo en la cama igual,
que la música militar
nunca me supo levantar,
en el mundo, pues,
no hay mayor pecado
que el de no seguir
al abanderado.
No, a la gente no le gusta
que uno tenga su propia fe.
Todos me muestran con el dedo,
salvo los mancos, quiero y no puedo.
Si en la calle corre un ladrón
y a la zaga va un ricachón
zancadilla pongo al señor
y aplastado el perseguidor.
Esto sí que sí, que será una lata
siempre tengo yo que meter la pata.
No, a la gente no le gusta
que uno tenga su propia fe.
No, a la gente no le gusta
que uno tenga su propia fe.
Todos tras de mí a correr,
salvo a los cojos, es de creer.
Georges Brassens
(Adapt. Paco Ibáñez)
como un aullido interminable, interminable.
Te sentirás acorralada,
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido, no haber nacido.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso:
La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor, tendrás amigos.
Un hombre solo, una mujer así tomados,
de uno en uno son como polvo,
no son nada, no son nada.
Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso:
Nunca te entregues
ni te apartes junto al camino,
nunca digas no puedo más
y aquí me quedo, aquí me quedo.
La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor, tendrás amigos.
No sé decirte nada más
pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino, en el camino.
Pero tú siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.
José Agustín Goytisolo
(Adapt. Paco Ibáñez)
ME QUEDA LA PALABRA
Si he perdido la vida, el tiempo,
todo lo tiré como un anillo al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre,
todo lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los ojos para ver el rostro puro
y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
Blas de Otero
Palabras que marcan
LA ODISEA, CANTO I
HOMERO
HERMANN HESSE
JULIO CORTÁZAR
EDGAR ALLAN POE
FIODOR DOSTOYEVSKI
Raskolnikov estaba en pleno dominio de sus facultades, pero aún le temblaban las manos.
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Al tomar conciencia de su soledad, sintió que algo semejante a un pájaro o una liebre se le helaba en el pecho.
Y en ese mismo instante en que el mundo que lo rodeaba pareció desvanecerse y él se quedó solo como una estrella en el firmamento, en aquel momento de frialdad y desánimo se irguió un Siddhartha más sólido y fuerte, más posesionado que nunca de su propio Yo.
Sofía dio por sentado que la persona que había escrito las cartas anónimas volvería a ponerse en contacto con ella. Mientras tanto, optó por no decir nada a nadie sobre este asunto.
ellas, que estudiarse de memoria los verbos irregulares.
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Uno de los viejos filósofos griegos que vivió hace más de dos mil años, pensaba que la filosofía surgió debido al asombro de los seres humanos. Al ser humano le parece tan extraño existir, que las preguntas filosóficas surgen por sí mismas.
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El mono de los bosques, convertido sucesivamente en mono a ras de tierra, en mono cazador y en mono sedentario, se ha transformado en mono cultural. El progreso le condujo en sólo medio millón de años, desde el encendido de una fogata hasta la construcción de naves espaciales.
Quince hombres van en El Cofre del Muerto.
¡Ja, ja, ja!
¡Y un gran frasco de ron!
Al llegar a la hostería, golpeó con fuerza la puerta valiéndose de un bastón largo y delgado como un espeche artillero; y cuando acudió mi padre le pidió, con tono destemplado, que le sirviera un vaso de ron.
ALBERT CAMUS
OSCAR NÓBREGAS
Oscar Nóbregas Manrique nació en Madrid.
Desde los años noventa se dedica plenamente al mundo de la literatura. Colabora en diversas revistas literarias, así como en programas radiofónicos dedicados a las letras y a la música, tareas que compagina con su afición por la fotografía artística.
"Retazos de un Bastardo" es para muchos la obra literaria más original de los últimos años.
Libros de Oscar Nóbregas
Entrevista con Oscar Nóbregas
Oscar, ¿se puede vivir de escribir hoy en día?
Salvo algunos privilegiados, es muy difícil vivir de la literatura; aunque pienso que es mejor que sea así. La creación no debe estar sujeta a una nómina, porque escribir bajo presión a lo único que conduce es a coartar la espontaneidad. Un escritor no puede escribir una novela pensando que con el dinero que obtenga va a pagar las facturas.
Los editores son un mal necesario para los escritores; un arma de doble filo que se puede volver contra ti. Lo más duro para un escritor es descubrir que los problemas no terminan cuando publica una novela, sino que pueden empezar justo en ese momento... Si tienes buena relación con tu editor, éste puede darte alas y hacer que tu obra crezca; pero si tienes la mala suerte de topar con un editor que no te apoya lo suficiente, puede convertirse en tu principal enemigo; la tumba de tu propia novela. Con un editor abúlico todos tus esfuerzos caen en saco roto. De nada sirve remar con todas tus fuerzas, si el que lleva el timón te deja encallado en la orilla.
Internet
Siempre miro con recelo los avances tecnológicos, pues pienso que muchas veces nos proporcionan "comodidades" que a la larga te acaban creando una dependencia innecesaria, que al final lo único que consigue es esclavizarnos. Pero como todo en la vida, depende del uso que le des a las cosas. En el caso de Internet, no se puede negar que es un instrumento que bien utilizado ofrece infinitas posibilidades al permitir comunicarte con el resto del mundo. Para mí es muy gratificante saber que gracias a los foros literarios de Internet, mi novela ha llegado a manos de lectores en toda Hispanoamérica e incluso al sur de los Estados Unidos.
A veces pienso que la gente debe de estar muy vacía por dentro cuando siente la necesidad obsesiva de comunicarse a cada instante por medio del Smartphone. Este artilugio se ha convertido en una prótesis inseparable de las personas. Es patético observar a todo el mundo imbuido en sus teléfonos como si buscaran ansiosamente la felicidad allí dentro.
Internet al margen de las incuestionables ventajas como medio de comunicación, se ha convertido en una corrala cibernética donde lo importante por encima de todo es aparentar. La gente disfruta más enviando una foto de algún lugar exótico para que la vean los amigos en vez de vivir ese momento para sí mismos. Esa actitud me parece cuanto menos preocupante.
Internet es un espacio donde se puede maquillar fácilmente la realidad, creando un escenario virtual en el cual lo importante es lo que se ve por la pantalla, no lo que realmente es.
Crisis
La crisis económica es algo que sin duda ha repercutido en todos los ámbitos, tanto a nivel nacional como internacional. En la literatura no iba a ser menos y las ventas han descendido desde hace un par de años. Pero al margen de la literatura, lo que me preocupa de todo este "pesimismo general" que estamos viviendo no es la crisis en sí misma, sino saber quién está interesado en tenernos pendientes de que suba o baje la Bolsa para desviar nuestra atención de los problemas reales de nuestra sociedad, y de esa manera tenernos hipnotizados. Nos marean con cifras y términos económicos que a la postre lo único que consiguen es desorientarnos y que perdamos toda referencia con la realidad. Los medios de comunicación se convierten en trileros que nos bombardean con noticias contradictorias las cuales terminan por anular cualquier criterio razonable.
Quizás el hecho de dar más relieve a tus escritos mediante una lectura oral de los textos, descubriendo que una misma frase puede ser leída con matices distintos.
La Radio te proporciona el tono y la intensidad de la que carece la lectura mental, pues a veces las palabras se quedan algo mudas si no las expresamos mediante los labios.
La Radio también te aporta ese punto de improvisación que a menudo libera a los textos de las páginas y los hace volar más libres.
Sí, de hecho las portadas de tercer y del cuarto libro llevarán fotos hechas por mí. No ha surgido antes porque no veía una imagen que pudiera encajar con el ambiente de la novela.
De esa crónica surgió la idea de mi segunda novela Efluvios Metafísicos, que de alguna manera es un homenaje a la música contemporánea en sus distintos estilos: Blues, Jazz, Rock, Pop, Folk, New Age, etc.
Desde siempre he estado rodeado de músicos, cantantes o de gente melómana apasionada con grandes colecciones de discos, por lo cual no me ha sido difícil imbuirme de lleno en dicho terreno.
En cuanto al Rock, lo he disfrutado de manera apasionada desde la adolescencia, y, aunque no tuve la suerte de experimentarlo en su época dorada por cuestiones de edad, sí que he vivido la inercia de ese movimiento unos años más tarde.
La lista de grupos de Rock que me han influido sería interminable... Básicamente corresponden a bandas formadas en las décadas de los 60 y los 70, que sin duda son los años más creativos la historia del Rock. Creo que los grupos que más me han marcado son Pink Floyd y Led Zeppelin. Cada cual en su estilo, me parecen las dos bandas más carismáticas que ha habido nunca. Pero no puedo dejar de nombrar a los Beatles, que supusieron una auténtica revolución. Incluso hoy en día, casi 50 años después, sus canciones no han perdido ni un ápice de frescura y vitalidad. El fenómeno beatle fue algo único e irrepetible que marcó a muchas generaciones.
Supongo que tengo algo de cada uno. Quizá me identifico un poco más con los albinos, por aquello de que son una "rara avis" como yo...
Resulta difícil contabilizar en tiempo real, desde el momento en que surge el chispazo de una historia hasta el último capítulo. Las ideas son como peces que divagan por tu cabeza y que vas plasmando en tus escritos, unas antes o después sin saber por qué, pero no necesariamente de forma lineal. Por otro lado, desde que surge algo sólido hasta que germina, puede que transcurran varios meses, pues ni tú mismo sabes si esa idea va a fructificar. Luego viene la etapa de ordenar el rompecabezas para que todo ocupe su lugar exacto evitando que haya fisuras, y ése es otro proceso imposible de medir con un calendario, pues a veces recurres a apuntes que llevaban guardados en un cajón mucho tiempo.
Lo que sí te puedo asegurar, es que desde que terminé la novela hasta que se publicó pasaron varios años de llamar a puertas de editoriales y de enviarla a concursos. Por cierto, hoy en día estoy totalmente en contra de los concursos. Creo que no se debe escribir para competir con nadie.
Respecto a la inspiración de la novela, todo surge por una amalgama de sensaciones que van bullendo dentro de ti, condimentadas por mil influencias: una experiencia vivida, un pasaje de otra novela, la escena de una película, la letra de una canción, un suceso real que ves en las noticias, el artículo de un periódico, un pasaje de la historia... Todo ello forma un cóctel que agitas a la par con tu imaginación hasta que surge algo coherente y con una estructura definida.
Desde luego, todo tiene su lado opuesto. Para que haya luz y saber lo que significa, es necesario conocer la oscuridad. El caso es que las personas más baqueteadas suelen valorar mejor las cosas buenas de la vida. No se puede mantener de forma perenne un estado de dicha absoluta o de éxtasis… La vida es un camino de contrastes. Como dice Luis Eduardo Aute, vivir es un ejercicio de gozo y dolor.
En un momento dado de la novela en el cual el pintor se haya atravesando un estado anímico tortuoso, decide plasmar en la pared de su buhardilla este cuadro de las Pinturas Negras de Goya. Saturno devorando a su hijo representa para él una alegoría freudiana de la humanidad devorando al hombre como individuo. Eso es lo que quiere expresar el pintor en su encierro tras sufrir una crisis existencial.
Uf, recomendar mi propia novela es algo que me da bastante pudor... Puedo hablarte por boca de lectores que me han felicitado, diciendo cosas tan bonitas como que mi novela deja huella en el alma o que rebosa de sensibilidad e imaginación; que es una novela muy profunda y que te hace pensar sobre ti mismo; que en vez de páginas, las hojas parecen espejos que reflejan tus propios sentimientos.
En fin, qué más puedo deciros sobre Retazos de un Bastardo... Comentan por ahí que mi novela tiene afinidades con Kafka, Pessoa o Hermann Hesse. Al que le guste alguno de estos autores es probable que conecte con mi estilo; pero creo yo tengo mi propio sello, más cercano al tiempo que nos ha tocado vivir.
Me hallo inmerso en la redacción de once relatos que irán recopilados en un libro titulado Bajo la sombra del yinkgo biloba.
Estoy muy ilusionado con este proyecto y humildemente pienso que cada relato es un mundo en el que te sumerges de los pies a la cabeza. He puesto toda mi alma y mi corazón en ellos, así que espero no defraudar al lector…
3. Río Guadarrama helado
5. La torre en invierno
2. Vistas desde la abadía, Mont Saint-Michel
3. Sombras sobre la nieve al atardecer, Guadarrama
4. Ruinas de Recópolis al atardecer
5. Río Piedra abstracto
6. Reflejos sobre el agua, Río Piedra
7. Reflejos plateados, Salinas de Torrevieja
8. Reflejos impresionistas sobre el agua, Río Piedra
9. Reflejos en el río Dulce
10. Reflejos del sol, salinas de Torrevieja
11. Ramas sobre fondo rosado, Cala Macarela
12. Pueblo fantasma, ruinas de Belchite
13. Por encima de las nubes, sobre el Mediterráneo
14. Nenúfares sobre nubes en el río Lobos
15. Dibujos de luz sobre el agua, Menorca
16. Luna llena en el cementerio de Atienza
17. Isla Vedra bajo la bruma
18. Lago del amor, Brujas
19. Hojas de haya a contraluz
20. Gaviota volando sobre el mar, Cala Macarela
21. Cuadro abstracto de sal, salinas de Torrevieja
22. Castillo de Atienza en la noche estrellada
23. Cabo de Formentor al atardecer
24. Lluvia sobre el canal, Brujas
25. Arena tostada, Playa de Caballería
26. Arcos sobre la arena, Playa de las Catedrales
27. Arbusto sobre la nieve, Guadarrama
28. Arbusto sobre fondo marino
29. Árbol siniestro, Hayedo de Montejo
30. Árbol seco, Burgos
31. Abadía del Mont Saint-Michel
“Leed libros alentadores de espíritu, que os inciten a ser cada día mejores”.
SWETT MARDEN
ALFREDO CONDE
“Un mal escritor puede llegar a ser un buen crítico, por la misma razón que un pésimo vino puede llegar a ser un buen vinagre.”
FRANCOIS MAURIAC
“El poder de la literatura es que es posible contar la vida.”
CHARLES BUKOVSKI
“Escribir: la única manera de conmover a otros sin ser incomodados por su rostro.”
JEAN ROSTAND
“Un hogar sin libros es como un cuerpo sin alma.”
CICERÓN
“No es preciso tener muchos libros, sino tenerlos buenos.”
SÉNECA
“Un mismo texto admite infinito número de interpretaciones.”
FRIEDRICH NIETZSCHE
“La lectura cura los dolores del alma.”
ANÓNIMO
“Un libro abierto es una mente que habla. Un libro cerrado es un amigo que espera.”
PROVERBIO HINDÚ
“Un buen libro, es el mejor de los amigos.”
RUBÉN DARÍO
“Leer mucho aviva el ingenio de los hombres.”
SCHILLER
“Amar a la lectura es trocar horas de hastío por horas deliciosas."
JOHN F. KENNEDY
“Un libro es una voz viviente; una inteligencia que nos habla.”
SAMUEL SMILES
“El destino de muchos hombres depende de haber tenido o no, biblioteca en su casa paterna.”
EDMUNDO DE AMICIS
“Ningún hombre carece de amigos, mientras cuente con la compañía de buenos libros.”
SCHILLER
“Preferiría vivir pobre en un desván con muchos libros, que ser un rey a quien no le gustara leer.”
THOMAS MACAULAY
GROUCHO MARX
FERNANDO PESSOA
el cuerpo cuando caigan,
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro
que baja por tu cuerpo,
ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.
Ojalá se te acabé la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve,
ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones,
ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.
Ojalá que la aurora no dé gritos
que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido
de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores.
De alguna manera tendré que olvidarte,
por mucho que quiera no es fácil, ya sabes,
me faltan las fuerzas, ha sido muy tarde
y nada más, y nada más, apenas nada más.
Las noches te acercan y enredas el aire,
mis labios se secan e intento besarte.
Qué fría es la cera de un beso de nadie
y nada más, y nada más, apenas nada más.
Las horas de piedra parecen cansarse
y el tiempo se peina con gesto de amante.
De alguna manera tendré que olvidarte
y nada más, y nada más, apenas nada más.
Luis Eduardo Aute
Te alejas bajo la oscuridad del parque
POEMA 20
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche esta estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca,
y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear
los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta
la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Pablo Neruda
de peña en peña,
pero no mía.
Grande te quiero,
como monte preñado
de primavera, pero no mía.
Buena te quiero,
como pan que no sabe
su masa buena,
pero no mía.
Alta te quiero,
como chopo que al cielo
se despereza,
pero no mía.
Blanca te quiero,
como flor de azahares
sobre la tierra,
pero no mía.
Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.
Agustín García Calvo
algunas hojas verdes le han salido.
El olmo centenario en la colina,
un musgo amarillento
le lame la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas, olmo,
quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera también,
hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Antonio Machado
(Adapt. Juan Manuel Serrat)
PARA LA LIBERTAD
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho
dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales,
y entro en los algodones
como en las azucenas.
pues de puro enamorado,
de continuo anda amarillo;
que pues doblón o sencillo,
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero es don dinero.
Nace en las Indias honrado,
donde el mundo le acompaña,
viene a morir en España
y es en Génova enterrado;
y pues quien le trae al lado es hermoso,
aunque sea fiero,
poderoso caballero es don dinero.
Por importar en los tratos
y dar tan buenos consejos
en las casas de los viejos
gatos le guardan de gatos;
y, pues rompe él recatos
y ablanda al juez más severo,
poderoso caballero es don dinero.
Nunca vi damas ingratas
a su gusto y afición,
que a las caras de un doblón
hacen sus caras baratas;
y, pues hace las bravatas
desde su bolsa de cuero,
poderoso caballero es don dinero.
Francisco de Quevedo
(Adapt. Paco Ibáñez)
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde,
altivo, enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que el cielo en un infierno cabe;
dar la vida y el alma a un desengaño,
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
Lope de Vega
LA MALA REPUTACIÓN
En mi pueblo, sin pretensión,
tengo mala reputación,
haga lo que haga es igual
todo lo consideran mal.
Yo no pienso, pues, hacer ningún daño
queriendo vivir fuera del rebaño.
No, a la gente no le gusta
que uno tenga su propia fe.
Todos, todos me miran mal,
salvo los ciegos, es natural.
En la fiesta nacional
yo me quedo en la cama igual,
que la música militar
nunca me supo levantar,
en el mundo, pues,
no hay mayor pecado
que el de no seguir
al abanderado.
No, a la gente no le gusta
que uno tenga su propia fe.
Todos me muestran con el dedo,
salvo los mancos, quiero y no puedo.
Si en la calle corre un ladrón
y a la zaga va un ricachón
zancadilla pongo al señor
y aplastado el perseguidor.
Esto sí que sí, que será una lata
siempre tengo yo que meter la pata.
No, a la gente no le gusta
que uno tenga su propia fe.
No, a la gente no le gusta
que uno tenga su propia fe.
Todos tras de mí a correr,
salvo a los cojos, es de creer.
Georges Brassens
(Adapt. Paco Ibáñez)
como un aullido interminable, interminable.
Te sentirás acorralada,
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido, no haber nacido.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso:
La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor, tendrás amigos.
Un hombre solo, una mujer así tomados,
de uno en uno son como polvo,
no son nada, no son nada.
Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso:
Nunca te entregues
ni te apartes junto al camino,
nunca digas no puedo más
y aquí me quedo, aquí me quedo.
La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor, tendrás amigos.
No sé decirte nada más
pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino, en el camino.
Pero tú siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.
José Agustín Goytisolo
(Adapt. Paco Ibáñez)
ME QUEDA LA PALABRA
Si he perdido la vida, el tiempo,
todo lo tiré como un anillo al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre,
todo lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los ojos para ver el rostro puro
y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
Blas de Otero
Palabras que marcan
LA ODISEA, CANTO I
HOMERO
HERMANN HESSE
JULIO CORTÁZAR
EDGAR ALLAN POE
FIODOR DOSTOYEVSKI
Raskolnikov estaba en pleno dominio de sus facultades, pero aún le temblaban las manos.
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Al tomar conciencia de su soledad, sintió que algo semejante a un pájaro o una liebre se le helaba en el pecho.
Y en ese mismo instante en que el mundo que lo rodeaba pareció desvanecerse y él se quedó solo como una estrella en el firmamento, en aquel momento de frialdad y desánimo se irguió un Siddhartha más sólido y fuerte, más posesionado que nunca de su propio Yo.
Sofía dio por sentado que la persona que había escrito las cartas anónimas volvería a ponerse en contacto con ella. Mientras tanto, optó por no decir nada a nadie sobre este asunto.
ellas, que estudiarse de memoria los verbos irregulares.
--------------------------
Uno de los viejos filósofos griegos que vivió hace más de dos mil años, pensaba que la filosofía surgió debido al asombro de los seres humanos. Al ser humano le parece tan extraño existir, que las preguntas filosóficas surgen por sí mismas.
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El mono de los bosques, convertido sucesivamente en mono a ras de tierra, en mono cazador y en mono sedentario, se ha transformado en mono cultural. El progreso le condujo en sólo medio millón de años, desde el encendido de una fogata hasta la construcción de naves espaciales.
Quince hombres van en El Cofre del Muerto.
¡Ja, ja, ja!
¡Y un gran frasco de ron!
Al llegar a la hostería, golpeó con fuerza la puerta valiéndose de un bastón largo y delgado como un espeche artillero; y cuando acudió mi padre le pidió, con tono destemplado, que le sirviera un vaso de ron.
ALBERT CAMUS
OSCAR NÓBREGAS